¿Nesno in patria sua propheta?
He estado preguntándomelo, a pesar de la desconfianza
de mí mismo con que trabajo por mi país…
- Hostos, Diario, lunes, 8 de noviembre de 1869, a las 3 de la tarde.
Vengo a contarles la historia de un hombre que es considerado como un hombre grande, no en tamaño físico, por supuesto, pues dicen que era más bien de mediana a baja estatura, sino por las obras que realizó así como por las filosofías educativas, sociales y educativas que inspiró; un hombre nacido en Mayagüez, Puerto Rico y fallecido 64 años más tarde en Santo Domingo, acá en la República Dominicana y cuyos restos reposan en el Panteón Nacional dominicano, país al que también consideró su patria, y cuyo nombre, desde hace hoy 100 años, queda también inmortalizado, gracias a este municipio, en el cual me encuentro rindiendo homenaje al prócer y a esa gesta que celebramos hoy.
A pesar de que a Hostos se le considera hoy como un gran hombre, un prócer, un héroe, no en todas partes ni en todos los tiempos, se le consideró así, excepción hecha de Chile y de la República Dominicana. Sobre Hostos en Puerto Rico, escribí hace algún tiempo: A partir de su muerte en 1903 y de su ubicación en el Panteón Nacional de la capital dominicana, y a pesar de ser una celebridad reconocida en toda la América Hispana por sus proyectos educativos, Hostos pasa al olvido en su propia tierra. Por décadas, ninguno de los proyectos hostosianos—en la política, en la educación, en la literatura, en la geografía, en el derecho—tiene acogida en el país. Se convierte en lo que Antonio S. Pedreira llamó “el ilustre desconocido”, Camila Henríquez Ureña, “el célebre desconocido de América” y José Luis González, “el olvidado”. En el momento de su muerte, Hostos, “el ignorado”, comienza sus cien años de soledad. Por eso, es tan importante esta celebración. Hasta donde sé, hay muchas avenidas, calles, escuelas, universidades, hasta un aeropuerto, con el nombre de Hostos pero sólo una población cuyo nombre está dedicado a la memoria de Hostos y es este municipio. Debo felicitarles y también felicitarnos por eso.
En esta historia que les cuento también les hablo de un aspecto menos conocido de Hostos. Me refiero a que resulta algo extraño--aunque no tanto—que Hostos, a pesar de la fama y gloria que tiene hoy, no siempre fue ni se consideró exitoso. De hecho, algunos estudios hechos sobre su vida y su persona tienden a afirmar que en muchos momentos de su vida e incluso al final, pensó que no sería o había alcanzado lo que se propuso. Vivió con pesadumbre…
Veamos algo de esta historia…
Nacimiento y niñez
1839 - Nace un 11 de enero, en el barrio Río Cañas de Mayagüez, Puerto Rico, algo alejado de la ciudad pero desde donde, decía, se ve el mar… Varias veces me he detenido en la terraza posterior del museo ubicado en el lugar donde estaría la casa familiar a contemplar ese Mar de las Antillas, por él tan querido. Su biógrafo, el escritor y ex Presidente dominicano, Juan Bosch, dice refiriéndose a sí mismo en su relación con Hostos:
...Nació en la Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer qué fuerzas mueven, y cómo la mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás.
Añade: El hecho más importante de mi vida hasta poco antes de cumplir 29 años fue mi encuentro con Eugenio María de Hostos, que tenía entonces casi 35 años de muerto.
Pero esta historia comienza mucho antes de Bosch y también mucho antes del nacimiento de Hostos mismo o de que los Hostos llegaran a Puerto Rico. Loida Figueroa, historiadora puertorriqueña, nos cuenta que:
Procedía Hostos de una familia de Castilla la Vieja, rastreable hasta la Edad Media. El apellido se escribía entonces sin la h inicial que hoy lleva. El primer miembro de la familia en viajar a América fue Eugenio de Ostos y Valle. Se radicó en Cuba y allí, sin que se sepa por qué añadió la h a su apellido. Su hijo cubano, Juan José, emigró a La Española (hoy República Dominicana), pero más adelante se mudó a Mayagüez, donde contrajo matrimonio con la dominicana María Altagracia Rodríguez y Velazco. Ejercía Juan José el puesto de escribano real. Su primer hijo, Eugenio, se casó con María Hilaría de Bonilla, puertorriqueña, y de esa unión nació Eugenio María el 11 de enero de 1839 en el Barrio Cañas de ese municipio, el quinto o el sexto hijo de una prole de ocho, divididos por igual en cuanto a sexo.
Parece que Hostos se consideró a sí mismo como alguien que estaba destinado para algo grande. En una de las primeras entradas del diario que escribió en varias épocas de su vida, cita a su padre como diciendo ''¡Este niño ha nacido para algo!'' Pero luego añade: Había nacido para algo; para conocer el abismo de dolor que es la existencia, y para descender impávidamente hasta los rincones más tenebrosos de ese abismo. Ya comenzaba a dudar de sí mismo…
Su vida comienza como niño de bien. Estudia la primaria en el Liceo de San Juan, en Mayagüez. Luego pasa al bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Bilbao, España. Finalmente ingresa a las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid.
Dice Doña Loida:
Cuando joven, Eugenio María quería ser artillero, mas su padre le impuso su deseo de que fuera abogado. Esa vocación de ser militar luce completamente contraria a lo que resultó ser la trayectoria de su vida. Ni artillero ni abogado, se dedicó al periodismo, a la traducción, y al magisterio. Mas por razón de su ideal de patria libre e independiente, quiso unirse a cualquier expedición libertaria con destino a Puerto Rico o a Cuba. Fue entonces que lamentó no haber insistido en seguir su primera vocación.
Juventud en España
A los 23 años, publica La peregrinación de Bayoán. Ahí expresa por primera vez su pensamiento antillano, que no era otro que una confederación hispánica de naciones compuesta por la familia peninsular, la insular y la continental, vale decir, las repúblicas hispanoamericanas. Se hace Miembro de la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud y del Ateneo de Madrid y participa en la vida política madrileña. Realiza esfuerzos en favor de la República española y continúa en Madrid su campaña por más libertades para Puerto Rico.
En 1868, cuando triunfan los partidarios de la República Español y derrocan la monarquía de Isabel II, le ofrecen pero rechaza la oferta de ser Gobernador de Barcelona. Se entrevista con el General Serrano, Presidente del Gobierno Provisional y pide autonomía para las Antillas pero España no estaba dispuesta a terminar con el régimen colonial en Cuba y Puerto Rico. El sábado 20 de diciembre de 1868 pronuncia en el Ateneo de Madrid un célebre discurso contra el régimen colonial español en América. Entre otras cosas, allí esa noche:
Señores: Yo no necesito deciros lo que soy. Yo soy americano: yo tengo la honra de ser puertorriqueño… Desde mi isla veo a Santo Domingo, veo a Cuba, veo a Jamaica y pienso en la confederación: miro hacia el norte y palpo la confederación, recorro el semicírculo de islas que ligan y “federan” geográficamente a Puerto Rico con la América Latina, y me profetizo una confederación providencial.
Señores: las colonias españolas están hoy en un momento crítico. Víctimas de un despotismo tradicional, una y mil veces engañadas, ¡engañadas, señores, lo repito!, no pueden, no deben seguir sometidas a la unidad absurda que les ha impedido ser lo que debieran ser, que les prohíbe vivir.
Poco después, abandona España para no regresar jamás. Convencido de que España no concedería la autonomías de Cuba y Puerto Rico, de aquí en adelante su lucha política se convierte en una lucha por la independencia de ambas islas y luego por la Confederación de las Antillas, para la cual añadiría a la República Dominicana y otras.
Lucha política en Nueva York
En eso piensa mientras viaja a Nueva York a alistarse en una expedición que supuestamente saldría para la liberación de Puerto Rico. Al llegar descubre que tal expedición no existe pero, con este viaje, Hostos comienza una vida de peregrinación que lo llevará a recorrer toda América en su lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico.
Al llegar a Nueva York, ya tiene claro su sueño. Narra Bosch:
Poco a poco... Hostos se fue convenciendo de la similitud de caracteres entre cubanos, dominicanos y puertorriqueños. Una noche, en que acodado en la baranda, tarde ya, veía la luna menguante rebrillar sobre el agua, se le ocurrió pensar que tal vez fuera posible constituir con los tres pueblos una federación, que quizás los tres podían satisfacer igual destino histórico. Un repentino júbilo, como de quien descubre una ley científica, le embargó de golpe. Sujeto a la baranda, sintió que abría desmesuradamente los ojos y todos los músculos se le hacían tensos. Aquella emoción que encendía su sangre y casi le hacía perder la cabeza fue tan grande que no pudo abandonar el lugar donde la había sentido, y estuvo allí, recibiendo la brisa holgada del mar, hasta que el cielo empezó a perder lentamente el tono oscuro de la noche.
¡La Confederación de las Antillas!: he ahí el gran sueño, he ahí el germen del porvenir... Sus islas no son sino fragmentos de una gran patria futura. Hay que hacerla, hay que unir los pedazos dispersos, y como no es posible rellenar los canales, se atarán con el vínculo político de la federación.
Sueña, sueña, sueña. He ahí su mal: el sueño, y ese optimismo contumaz que le lleva a echarse en los brazos de todos para desconfiar después y sentirse disgustado consigo mismo y desdeñoso de los hombres si no responden, como sucede siempre, a su esperanza. Pero es bueno soñar.
Su sino es recorrer todo el surco americano. Y sembrar sin descanso.
Pasará toda su vida en eso: prédica, lucha, indignación…
Durante el tiempo que transcurre en Nueva York, toda su actividad está dedicada a la lucha por la idea dominante de la liberación de las Antillas. En unión a grupos de cubanos, puertorriqueños y dominicanos organiza todo cuanto puede para alcanzar esa meta. Su arma principal no es el fusil sino la pluma. Escribe un artículo de periódico tras otro y habla, intenta convencer. Pero la frustración lo acecha. Nos narra Bosch:
En Nueva York viendo la discordia existente entre los emigrados de Cuba y Puerto Rico el biógrafo explica que el personaje ―...De tarde, disgustado, se acercaba a los muelles… Veía solo nubes de sombras y espanto porque los emigrados no se unían para luchar por sus islas; pensaba en una comunidad isleña valiente y hermanada… se pone a escribir, disgustado. Ante una conferencia que ofrece en Nueva York ...Hostos veía a la multitud inquieta, y se disgustaba más consigo mismo... El disgusto de sí mismo empieza a impedirle vivir plenamente... se disgusta consigo mismo y cae en crisis agobiantes... en crisis de confianza en sus proyectos y por no saber qué hacer con sus ideas.
El lunes, 8 de noviembre de 1869 a las 3 de la tarde escribe en su diario:
¿Nesno in patria sua propheta? He estado preguntándomelo, a pesar de la desconfianza de mí mismo con que trabajo por mi país…
Más adelante añade:
Realmente, no sirvo para secundar; a lo que veo, yo no tengo, para la vida práctica, otro talento que el de disposición y organización. En cuanto me quitan la iniciativa, ya no sirvo para nada o hago mal o de mal talante o sin fe en mi obra y en mí, cuanto me veo obligado a hacer.
Se queja mucho de que la lucha no va por donde debe ir y expresa su gran frustración:
Luego, un periódico de combate que no combate, un diario de doctrina que no adoctrina, no combatiendo por que no tiene con quién, no adoctrinando por que no puede, sin riesgo de la causa que sostiene, tocar los puntos capitales, es un periódico que podrá satisfacer a los indiferentes, pero que no puede corresponder a mis deseos.
Mi triste convicción es que si la casualidad no se pone de nuestra parte, Cuba no acabará, ni Puerto Rico empezara jamás.
Eso me sucede: desde 1863 acá, algo he hecho: y sin embargo, sé absolutamente que no he hecho nada, que hubiera podido hacerlo todo, y he pasado esa mejor parte de mi vida en la lucha más dolorosa porque probablemente habrá pasado un joven.
De mis luchas con los hombres, no saco ningún fruto porque no peleo: doy el paso, realizo el acto que contraría a los demás, y me aíslo como si pudieran aislarme, como si debiera hacerlo quien ha dejado una espina en el corazón de un ambicioso. De mi pensamiento de Puerto Rico no puedo hablar, porque lo reduzco a sentimiento; sin recursos para realizar lo realizable que deseo, no hago lo realizable que conviene.
Si es ser soñador el desear el bien, el caminar perseverantemente por el camino de espinas que conduce a él, el perdonar las maldades de los tontos, las tonterías de las malvados, las intemperancias de los apasionados, los errores, las falsedades, las injusticias, la vanidad provocadora, sigo soñando y pasaré soñando el resto de mis días.
Y en cualquiera parte donde esté si la revolución se anticipa a mi esfuerzo personal, yo no estaré contento. Hay, ya, en el fondo de este incansable patriotismo al cual lo he sacrificado todo, un fermento de ambición, que no consiste por Dios en dominar por el poder, sino en dominar por la inteligencia y los servicios. Ambiciono hacer más que nadie, lo que nadie, y ... necesito para eso ser el primero en la primera hora.
He ahí su segunda gran frustración y se alista para la tercera pero no ceja en su lucha por las independencias de Cuba y de Puerto Rico.
Luchas políticas en su viaje al sur
Así, en octubre de 1870, a un año de haber llegado a Nueva York, sale para Suramérica. Visita Cartagena, Colombia, Panamá, El Callao y Lima, Perú donde permanece un año. Luego se mueve a Chile, de ahí a Argentina y finalmente Brasil. En 1874 regresa a Nueva York y un año más tarde se monta en Boston en una expedición armada para la liberación de Cuba pero no la misma debe regresar por problemas de la embarcación.
Aquí esta historia toma un vuelco importante. Nos narra Bosch que es cuando se le presenta la oportunidad de viajar a Santo Domingo con el objetivo de organizar la nueva República que surgía de las cenizas de la guerra restauradora. El personaje llega a Puerto Plata en 1875 y le recibe Gregorio Luperón. Conoce también a Segundo Imbert y a Federico Henríquez y Carvajal. La historia nos cuenta que aquí “crea un periódico y la Liga de la Paz que son utilizadas ―...como tribuna del pueblo, para dar conferencias, lecturas; para ayudar a cuantos necesitan una ayuda moral o material; y para difundir su ideal de federación antillana. Trabaja sin descanso, pero las discordias y las disputas entre los políticos nacionales le obligan a salir del país a inicio de 1876, aunque no quiera dejarlo.”
El afán peregrino es fuerte: “Sale de Puerto Plata hacia Nueva York donde redacta el programa de la Liga de los Independientes. Se va a Venezuela y se inicia en la labor pedagógica”. Esto último y su matrimonio allí en 1878 con Doña Belinda Otila de Ayala, natural de La Habana, completarían el vuelco más importante de su vida. Se aquietará por un largo periodo de su afán peregrino y se entregará al magisterio como su arma de lucha.
¿Qué ha hecho que dé ese cambio? Sus frustraciones en la lucha política probablemente han hecho mella en su carácter:
«Y he aquí cómo por desdeñar mi experiencia diaria, por empeñarme en variar la realidad, por insistir en hacer vida heroica, estoy no haciendo nada por las Antillas, estoy disgustado de lo que veo en el pasado y de lo que veo en el presente y para el porvenir, estoy cada vez más descontento de mí mismo en un abismo cada vez más hondo, cada vez más alto mi ideal, cada vez más bajo yo... »
Su labor en la República Dominicana (primer momento)
Sin embargo, Hostos no se rinde, no claudica. Empuñará la bandera de la educación como una forma de alcanzar los mismos objetivos y lo hará aceptando una invitación del General Luperón para liderar la reforma educativa en la República Dominicana. Aquí la historia que les cuento comienza una nueva etapa, la que finalmente le daría la gloria y la fama aunque no necesariamente le llevaría a alcanzar sus sueños.
Esta estadía de 10 años en la República Dominicana fue altamente productiva para Hostos y para el país. El historiador nos recuerda que a su llegada, Hostos encontró una sociedad que se iniciaba en los caminos de la modernización y caracterizada por un sistema educativo arcaico, sustentado en la memorización, en un currículum tradicional con escasa vinculación práctica con el medio que empleaba con frecuencia los castigos corporales como recurso pedagógico.
Sus mayores logros fueron en el campo de la educación. Fundó, por ejemplo , la Escuela Normal [cuya " instalación se hizo como se hacen las cosas de conciencia: sin ruido ni discurso. Se abrieron las puertas y se empezó a trabajar. Eso fue todo".], llamada a formar "un ejército de maestros que, en toda la República, militara contra la ignorancia, contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie". En la primera graduación de maestros, proclamó quizás su frase más célebre: "Todas las revoluciones se habían intentado en la República, menos la única que podía devolverle la salud. Estaba muriéndose de falta de razón en sus propósitos, de falta de conciencia en su conducta, y no se le había ocurrido restablecer su conciencia y su razón. Para que la República convaleciera, era absolutamente indispensable establecer un orden racional en los estudios, un método razonado en la enseñanza, la influencia de un principio armonizador en el profesorado, y el ideal de un sistema, superior a todo otro, en el propósito mismo de la educación común."
Por otro lado, en el Instituto Profesional -nombre de la universidad de aquel entonces- Hostos inaugura las cátedras de Derecho Público (Constitucional e Internacional), en 1880 y de Economía Política, en 1883. Publica, en 1887, su obra Lecciones de Derecho Constitucional, que recoge las notas de la cátedra universitaria, y al año siguiente su Moral social, que sirvió de texto a varias generaciones de dominicanos, en la forja de "ciudadanos para el Estado, patriotas para la patria, valedores para la civilización, hombres para la humanidad", como le gustaba decir.
Esta vez, Hostos sí había tenido logros pero no sin decepciones y también se vio obligado a abandonar el país al cabo de 10 años. Nos dice también el historiador: Durante nueve años de intenso trabajo, Hostos había cumplido su misión, estableciendo las bases para el sistema educativo dominicano; a su vez, transformó el país en una de las más progresistas del mundo en términos de la política, la filosofía, las prácticas y organización educacional. Al mismo tiempo, escribió casi todos sus libros de texto durante el mismo período. Sin embargo, las ideas positivistas y liberales de Hostos (en especial su defensa de la separación de Iglesia y Estado, el desarrollo de la educación laica y el desarrollo de la educación de la mujer) lo coloca como un adversario en conflicto con los grupos políticos conservadores y las autoridades de la Iglesia. Fernando Arturo de Meriño, jefe de la Iglesia y el presbítero Francisco Xavier Billini, director del Colegio San Luis Gonzaga, emprendieron su campaña contra la enseñanza laica ("la escuela sin Dios"), la filosofía positiva y la moral social ("doctrinas liberticidas"), que "so pretexto de demostraciones científicas", inculcaban " teorías hipotéticas y degradantes", "despojando a las conciencias timoratas de la fe salvadora y de los sanos principios morales que ella nutre y sostiene", al decir de Meriño. En 1888, Hostos, horrorizado también por las maniobras políticas del presidente (dictador) Hereux, conocido como Lilís, y de haber recibido repetidas invitaciones del presidente de Chile, Balmaceda, huyó de la República Dominicana y regresó a Chile.
Su huida a Chile
Verse obligado a abandonar Santo Domingo y abandonar sus proyectos tiene que haberlo llenado de mucha frustración. Pero la tempestad persigue la calma, dice Bosch. Lilís venía acorralando las puertas de la libertad hasta cerrarlas. Hostos debe salir hacia Chile porque no puede vivir entre paredes. Llamado por el Gobierno de Chile para trabajar en la reforma de la enseñanza, Hostos se lleva sus ideas para plantarlas en otro extremo del continente que consideró también como su patria.
Sus triunfos se multiplican allí. Es nombrado Rector del Liceo de Chillán. Escribe Reforma de la enseñanza en Chile y Reforma del plan de estudios de la Facultad de Leyes en Santiago de Chile. Luego dirige el Liceo Miguel Luis Amunátegui de Santiago hasta su partida en 1898. Escribe su Gramática general. Hostos, quien nunca terminó la carrera de Derecho, es nombrado Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chile. Es también Director del Congreso Pedagógico de Chile y del Ateneo de Santiago. Confecciona programas de castellano, historia y geografía.
Nunca abandona la causa de la independencia de Cuba y Puerto Rico y en Chile organiza numerosos proyectos para esta causa que le ocasionan problemas con el gobierno chileno que andaba de nuevo socio de España, país colonial de las Antillas. Resuelto, acude a ver al Presidente de la República que lo hecho llamar. Al entrar al despacho presidencial y tomar asiento frente al Presidente, Hostos sube una pierna y la coloca sobre su otra rodilla, dejando al descubierto que la suela del zapato está rota. Hostos, que siempre vivió con lo mínimo y antepuso los ideales a toda consideración material, no se sorprendió cuando el Presidente le señaló: Pero, Señor Hostos, anda Ud. con los zapatos rotos… Hostos contestó con una pregunta: ¿Ud. va a conversar conmigo o con mis zapatos? Nuevamente, su destino estaba sellado. Sus reformas educativas, aunque triunfantes, deberían quedar atrás. Esta historia daba una vez un vuelco. Una vez más, su objetivo político lo reclamaba y lo regresaba al escenario original de sus primeras frustraciones.
Regreso a Nueva York y Puerto Rico
Así, en 1898, Hostos renuncia al Rectorado del Liceo Amunátegui y a sus cátedras y tareas periodísticas y se embarca para Nueva York a continuar su apostolado por la independencia de las Antillas. La guerra que había estallado en Cuba haría inminente la derrota de España y la entrada de un nuevo actor en el escenario que podría ser más peligroso que el anterior. Va a Nueva York para iniciar una nueva gesta—su última—por Puerto Rico.
Por los próximos dos años, esta historia lo sitúa entre Puerto Rico y los Estados Unidos. En Nueva York funda la Liga de Patriotas, su último proyecto para Puerto Rico y que estaba basado—como sería lógico suponer—en un proyecto educativo que llevara a su primera patria a ponerse sobre sus pies y salir del encierro colonial. A llegar a la isla, funda en Juana Díaz el Primer capítulo de la Liga de Patriotas y el Instituto Municipal. Se le designa en comisión a Washington junto a Julio J. Henna, Manuel Zeno Gandía y Rafael del Valle para entrevistarse con el Presidente William McKinley, sin resultados positivos. A su regreso a Puerto Rico, observa que el país y los partidos ya se habían montado en el nuevo juego colonial y se enfrenta a su última frustración en el objetivo de liberar a las Antillas. Afortunadamente, en el 1903, el Gobierno dominicano le llama nuevamente a reorganizar la enseñanza pública en ese país. Dice Bosch, su biógrafo:
―¡Todavía hay esperanzas de lograr la huidiza cosecha!‖ Sus discípulos le reclaman pero responde que...no puede ir, porque todavía debe luchar por su isla…). Pero aun así sus esfuerzos son en vano y añora... no poder consagrar lo que me queda de vida a hacer triunfar el derecho y la civilización, que hoy están próximos a ser sacrificados en Puerto Rico... El golpe es demasiado duro para él, porque no sólo pierde a Puerto Rico... sino que se le consume la fe de una vida entera... Entonces decide marcharse. Sale en pos de sus viejos alumnos… El luchador recoge sus armas, y abandona el amado lar de los mayores... Y navega el último de sus viajes…
Regreso y muerte en República Dominicana (segundo momento)
Esta vez estaba siendo reclamado por los frutos de sus logros educativos en este país. Llamado por el Presidente Vásquez y por la generación que conformó su discipulado normalista en la década del 80, así como por amigos y compañeros de propósitos liberales, el Maestro arriba a Santo Domingo en enero de 1900. Oigamos que dice la crónica periodística de su regreso al país:
Manifestación elocuentísima de adhesión i de cariño se hizo al Maestro, el día de Reyes, en ocasión de su regreso a la Primada. Desde el muelle del Ozama a la antigua Normal tuvo numeroso acompañamiento. El local se llenó de damas y caballeros. Abundaban sus discípulos. Asistían las maestras normales. Brazos cordiales, húmedos ojos i labios sinceros diéronle la bienvenida. I en sus abrazos, sus miradas i su verbo volvimos a ver el alma educadora i amable de Eugenio M. de Hostos. Consigo trajo el antillano esclarecido a su distinguida familia, satisfecha de volver a la patria dominicana. Colmado sea de satisfacciones el hogar del Maestro, del compatriota, del amigo ... !
Dice el biógrafo:
En Santo Domingo se pone a trabajar lleno de alegría, pensando que no todo estaba perdido y que todavía había esperanza de realizar sus sueños. Recorre el país, crea institutos, escuelas y escribe sobre Puerto Rico. Pero esta cosecha se muestra efímera y pronto se ven venir las disputas entre Vásquez y Jiménez. Jiménez tiene que salir al destierro. Las fuerzas de Vásquez en el poder, empiezan a rebelarse contra el personaje de manera tal que le llaman...Extranjero.. aprueban una ley de enseñanza contraria a los principios que él había redactado y le nombran Director General de Enseñanza en lugar de Inspector… por tal motivo expresa que...las esperanzas de la ansiada cosecha se van secando... La situación se torna difusa, ...los presos políticos se sublevan en la vieja Fortaleza Ozama y la ciudad cae en sus manos. Hostos mismo es testigo de los acontecimientos cuando ―...Agigantados por el eco, le llegan los primeros cañonazos... La confrontación es eminente. Las ―...noches se desgarran a tiros... Entonces siente la necesidad de irse, de abandonar a sus...dominicanitos... Hasta llega a pensar en la huida mediante la muerte ―...Acaso piense con frecuencia en la muerte... pues su siembra ha sido evidentemente en vano.
¡Doloroso final para una vida tan llena de ilusiones!.. y ―...piensa que la sociedad padece una enfermedad moral… El fin de su sueño se asoma y teme despertar a la realidad, a la muerte. Viejo y sin fuerzas se encuentra y no sabe qué hacer. Su pobreza y degradación es tan grande que pide una entrevista con el Ministro de Instrucción Pública pues ―...Piensa pedirle el pago de los pasajes... para emigrar del país. Pero es tarde ya y se entrega a la muerte que hacía tiempo le andaba rondando. Escribió en su diario que ―...sudaba dolor y fastidio de vivir... ―...Cumplido el ideal hubiera sobrado; sobra también ya, porque no puede cumplirlo...
Un documento escrito por el doctor Arnaldo Cabral Guzmán, en Ciudad Trujillo, de 1942, quien después de describir los síntomas de la enfermedad, que duró siete días, termina diciendo: «Muerte atribuida a profundo abatimiento moral más que a causas físicas.»
“La patria se me escapa de las manos—dice lleno de dolor en sus momentos finales—Siendo vanos mis esfuerzos de un año entero por detenerla, el mejor modo de seguir amándola y sirviéndola es seguir trabajando por el ideal…”
Consideraciones finales
Aquí ha de terminar esta historia que aún no acertamos a definir como la historia de un héroe o un fracasado. Bosch nos lo presenta, en el balance, como una vida llena de fracasos y desengaños pero también de muchos logros. Tiene, por lo tanto, una dosis considerable de ambas. Es considerado prócer y héroe pero, en realidad, no alcanzó sus más preciados sueños. Como dice el dicho: Murió en el intento… Su primera patria, a la que él llamó su “punto de partida” continúa aún hoy sin salir del enredo colonial, de Cuba, pues… ¿qué decir? Hostos quizás diría que continúa en la misma lucha en la que la dejó a su muerte… y su Confederación Antillana y su Hispanoamérica unida, sueño heredado de Simón Bolívar, aún esperan su realización.
No creo, sin embargo, que el ya consagrado héroe sea, como alguien lo llamó hace más de medio siglo, “una patética figura quijotesca”. Quizás la clave está en la pregunta que se hace en su Diario y que citamos anteriormente: ¿Nesno in patria sua propheta? ¿Nadie es profeta en su tierra? Quizás éste sea su mayor mérito: ser profeta, es decir, vivir adelantado a su tiempo. Su mayor logro no han de ser los proyectos que fundó y que eventualmente han desaparecido sino los sueños, las utopías que ideó y que aún quedan pendientes de realización. ¿Por qué no pensamos que la Confederación Antillana y la Hispanoamérica unida no son ni un fracaso ni un logro sino una profecía? Quizás su mayor frustración vino de qué no pudo reconocerlo o aceptarlo así y, porque, aunque reconocía su grandeza, también sintió constantemente sus fracasos. Por eso duda de que pueda ser un profeta en su patria.
Un último punto: aún aceptando que sea profeta, ¿es profeta en su patria? Aquí el énfasis no ha de ser en lo de profeta, sino en lo de en su patria. Los principales logros de Hostos son reconocidos en Chile y en la República Dominicana. En esta última, lo consideran como uno de sus grandes próceres. ¿Pensaba Hostos en su patria como Puerto Rico, por ejemplo, en el momento de ser enterrado y, por tanto, está fuera de su patria. Pienso que no. La patria, según el mismo Hostos, era “su punto de partida” pero su visión de las Antillas (hoy Caribe) y de la patria inmensa de Bolívar, nos hace pensar que Hostos no podía limitar su noción de patria únicamente al lugar específico donde se nace, su comarca, su provincia, su país. Su pensamiento político nos dice que la patria es mucho más que “el punto de partida”. Si esto es así y su profecía consiste en pensar que las Antillas y finalmente toda Hispanoamérica sería nuestra patria común, sus restos no sólo descansan en la patria que profetizó, sino que fue realmente un profeta en su patria.