“Ya tengo treinta y cinco años. Ayer fue el sombrío aniversario.”
Así plasmó Eugenio María de Hostos su sentir en las páginas de su diario, el 12 de enero de 1874, desde Buenos Aires. En su reflexión, se recriminaba con dureza:
He aquí las ideas: a los treinta y cinco años, uno que hubiera tenido un poco más de audacia, de pasión y de amor a sí mismo, hubiera hecho, con mis fuerzas morales e intelectuales, cualquiera que hubiera sido su objetivo en la existencia, todo lo que hubiera querido. Yo estoy tan lejos de haber llegado al fin que me proponía, que ni aun sé lo que quería.[1]
Hostos se cuestiona qué era eso que ansiaba, se preguntaba si era la gloria, la verdad, la justicia, la patria libre, el triunfo de Cuba, la constitución de una América tal como la había soñado... Entre pensamientos y sentimientos, pondera los posibles escenarios y evalúa la efectividad de sus acciones sintiéndose angustiado por sus vacilaciones. Mientras intenta dar con la ruta a seguir, con sumo candor, recorre un escenario de ensueño:
Si llego a hacerme a los hábitos militares, a pelear como cualquiera otro, a ser el brazo de una idea después de haber sido la cabeza y el corazón, estaré contento de mí mismo porque habré realizado el hombre soñado y porque habré dado un gran ejemplo a los hombres, una fuerza irresistible a la revolución de las Antillas.[2]
El Hostos que se dispone a pelear como cualquiera otro y que sueña con dar un gran ejemplo a los hombres y una fuerza irresistible a la revolución de las Antillas se ve agredido por la divergencia de su pasado. Y sobreviene el vívido lamento de su vocación tronchada:
¡Ah! ¡Cuánto daño me hizo mi padre al hacerme desistir de la idea profética que tuve en mi infancia cuando quise hacerme oficial de artillería! Yo sería ahora el hombre de la revolución.[3]
Ser el brazo de una idea después de haber sido la cabeza y el corazón lo convertirían en el hombre de la revolución, se dice, pero confiesa no saber si ahora iría al primer triunfo o al último sacrificio. Se recrimina no haber realizado su sentimiento, no haber realizado su conciencia. Su introspección le lleva a declarar que debe dar un paso en ese sentido y decide regresar a los Estados Unidos con la intención de participar en una de las expediciones que “están preparadas para llevar recursos a los revolucionarios de Cuba”.
Hostos se involucró en proyectos expedicionarios para lograr la independencia de Cuba y Puerto Rico y aunque no fueron exitosos o se vieron frustrados, fueron experiencias intensas que lo marcaron en su trayectoria como revolucionario.
El arte militar había figurado como tema en los escritos periodísticos de Hostos, según puede apreciarse en el artículo “Doctrina militar constitucional”, de casi una década antes. “El arte de la guerra”, decía Hostos, “es el que enseña a combatir y dar reglas para vencer”. A sus 26 años, había expresado su sentir sobre las guerras y hablaba de la “parte de moral” que habitaba en el arte militar. Manifestaba su contundente oposición a las guerras injustas y a que se abusara de las armas para ejercer la opresión contra seres humanos.
... el arte militar tiene su parte de moral, y esta consiste en que no es legítimo para nadie emprender guerras injustas ni abusar de las armas para oprimir a sus semejantes. Y esta parte es la que hace que los ejércitos bien instruidos estén más dispuestos a combatir en defensa de la razón y de la justicia que a ser instrumentos de lo injusto.[4]
El interés de Hostos en el tema de la guerra es uno de los aspectos que analiza Héctor Andrés Negroni en su artículo “Hostos y su pensamiento militar”. Afirma que “la figura de Hostos es importante en cuanto al estudio de la guerra ya que no sólo la comprende y conoce sus causas, sino que, propone medios para evitarla (Moral social y Lecciones de Derecho)”.[5] Negroni presenta apreciaciones sobre los distintos tipos de guerra, el tema de la vocación militar de Hostos y sus objetivos revolucionarios y traza una imagen dinámica partiendo de ese contexto. Reitera que Hostos “poseía la vocación de las armas y aborrecía la guerra”.
La opinión de Hostos sobre la guerra puede constatarse en una descripción contundente que publica a principios de marzo de 1875, en Mundo Nuevo-América Ilustrada, en Nueva York:
… la guerra, a cuyas brutalidades es indiferente el mundo, porque solo ve en ella la acción dramática que excita su enfermiza curiosidad; la guerra es un conjunto de ineptitudes, impotencias, maldades, irracionalidades, durezas, violencias, arbitrariedades, groserías, infamias, crueldades y monstruosidades que enseñaría a abominar una historia más concienzuda que la hecha hasta ahora de la vida de la Humanidad en el planeta.[6]
Otro texto que aporta al estudio del sentir de Hostos sobre este tema es “Enseñanza militar, como factor de la enseñanza cívica”, donde Hostos se expresa sobre el proyecto de la Ley General de Enseñanza Pública en República Dominicana, en 1901, tocando los temas de la educación militar y cívica, el derecho, la seguridad, el patriotismo, y la dignidad personal y colectiva. Es una exposición de mucha riqueza donde discute su empeño de “formar buenos ciudadanos” y presenta propuestas sobre el modo de proceder con respecto a la enseñanza militar y la enseñanza cívica. Las ideas que manifiesta a sus 62 años de edad son consistentes con las formuladas a los 26 años, cuando decía que “en ninguna parte es más necesaria la ilustración que entre la gente que se dedica por oficio al manejo de las armas y a la carrera de los mandos militares”.[7] Son los pensamientos del hombre de las ideas, del hombre del derecho, del hombre militar...
Presentación por la Dra. Elma Beatriz Rosado Barbosa.
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Referencias sobre el tema:
Hostos, Eugenio María de. “Buenos Aires, Quinta Guido, enero 12 de 1874”. En Diario, Obras Completas 2, 75-80.
Hostos, Eugenio María de. “Doctrina militar constitucional” (La Soberanía Nacional, diario progresista, Madrid, 5-VIII-1865). En España y América, recopilación por Eugenio Carlos de Hostos, 26-28. París: Ediciones Literarias y Artísticas, 1954.
Hostos, Eugenio María de. “Enseñanza militar, como factor de la enseñanza cívica”. En Forjando el porvenir americano, Obras Completas 13: 249-251. Habana: Cultural, 1939.
Hostos, Eugenio María de. “La fuerza armada”. En Madre Isla, Obras Completas 5: 89-91. Habana: Cultural, 1939.
Hostos, Eugenio María de. “Lo real y lo ideal” (Revista Mundo Nuevo-América Ilustrada, Nueva York, 10-III-1875). En España y América, recopilación por Eugenio Carlos de Hostos, 615-618. París: Ediciones Literarias y Artísticas, 1954.
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Negroni, Héctor Andrés. “Hostos y su pensamiento militar”. Journal of Inter-American Studies 11, No. 2 (Apr. 1969): 272-285.
[1] Hostos, Diario, OC, 2, 75-76.
[2] Hostos, Diario, OC, 2, 77.
[3] Hostos, Diario, OC, 2, 78.
[4] Hostos, “Doctrina militar constitucional”, en España y América, 26.
[5] Héctor Andrés Negroni, “Hostos y su pensamiento militar”, Journal of Inter-American Studies 11, No. 2 (Apr. 1969): 274.
[6] Hostos, “Lo real y lo ideal”, en España y América, 615-616.
[7] Hostos, España y América, 27.